jueves, 9 de octubre de 2014

Tania la gorda


El caso es que hace poco una presentadora de televisión a la que no conozco ni de la que había oído hablar en mi vida, tras dejar de fumar y engordar unos kilos, se ha plantado en una presentación más feliz que una perdiz y ha dicho más o menos: “He engordado, me siento guapa, sexy y contenta de haber dejado el tabaco”. Y como tras esas declaraciones un montón de acomplejados, miserables del comentario cobarde a tanto alzado y gilipollas de oscuro anonimato la han puesto a parir por gorda, lo ha rematado escribiendo un tuit de esta guisa: “vestida de blanco y sin complejos me dirijo a la cena del WPRF104”, que es algo así como decir – la interpretación de su pensamiento es libérrima - “ahí os quedáis con vuestras chorradas y vuestras mierdas de vidas, mindundis, que yo me voy feliz a seguir con la mía. Hala, que os den”. Y lo ha acompañado de una foto en la que está estupenda. Como debe ser. Poniendo un punto final elegante a la colección de puntos suspensivos, puntos y aparte, mediopuntos, puntos retrasados y dos puntos que jalonan el cerebro de tanto y tanto mangurrino suelto por este mundo.

Me gusta mucho Tania. Me gusta una persona que demuestra ese carácter y esa personalidad en unos momentos como los presentes en los que el fango de la mediocridad todo lo inunda y cada vez cuesta más encontrar personas que sean eso, personas, y no “gente” tan asquerosamente estándar y parecida para lo bueno y para lo malo que uno no sabe ya cómo distinguir una de otra, ni siquiera si merece la pena intentar hacerlo. Una persona que, atención, viviendo en gran parte de su imagen (porque me imagino que de talento andará sobrada) decide plantar cara a un vicio jodido y difícil de abandonar como el de fumar y sustituir tabaco por pizzas o chocolate negro o jabalíes – lo mismo da que da lo mismo – pensando lo que pensamos todos los que lo hemos dejado: que si eres gordo siempre estás a tiempo de adelgazar pero que sin pulmones respirar se vuelve dificilísimo. Y claro, con voluntad, lo ha dejado. Y como es un personaje público con un par de narices lo ha dicho y se ha expuesto sin complejos, sin esconderse, en una sociedad donde la postura contraria cobarde y acomplejada es la que prima y donde mostrar la imperfección – o sea las cosas como son – se convierte en ocasiones en un ejercicio suicida donde el juicio sumarísimo y cruel es la reacción pronta y casi nunca la contraria: la de admirar a quien consigue una meta. Aunque sea una pequeña meta personal (los que somos exfumadores sabemos que de pequeña, nada de nada).

Y sí, para el resto del mundo puede ser anecdótico el hecho (y de hecho lo es) pero lo que no es anecdótico en absoluto es el pim-pam-pum al que se le ha sometido, sobre todo en las redes sociales. Porque ese linchamiento virtual no es más que un reflejo exacto de los linchamientos reales que se producen a diario en nuestro país y que toman la forma de acoso, agresiones, insultos y desprecios a niños, adolescentes y adultos que, por la razón que sea, están fuera del puto estándar de mierda que ha creado esta sociedad patética donde al diferente, poco agraciado, tarado o tímido se le machaca sin piedad por gentuza sin escrúpulos que abusan de su efímero poder causando muchas veces un destrozo inmenso. Porque lo que está claro es que si en lugar de a una mujer formada, con personalidad y con un par como Tania dan con una víctima más débil – por ejemplo, una adolescente con complejos -, el daño que pueden realizar es irreparable. Para que se me entienda: el acoso y la agresión del fuerte al débil se aprende y se forja en casa, se desarrolla en la escuela, se consolida en el trabajo y en las enfermizas relaciones que se puedan tener y eclosiona en ese lugar donde anonimato y miseria van de la mano; sí, en las redes sociales.

Creo haber escrito bastantes veces que vivimos en una sociedad enferma donde nada importa lo que eres sino lo que tienes o lo que aparentas. De hecho la peña va tan estresada en gilipolleces que no tiene ni tiempo de frenar, echarse un vistazo dentro y saber algo de sí mismo. Supongo que no se miran dentro por no morir de asco. Si uno no se molesta en conocerse, imagina lo de conocer e interesarse por el prójimo. Por las luchas y pequeñas victorias del prójimo. De las necesidades e ilusiones de los demás. De sus aspiraciones nobles. De sus problemas. Por eso, porque el ser humano tiene el encargo primordial de conocer y ayudar al ser humano, lo del puñetazo de Tania a todos esos miserables me ha parecido estupendo.

Y ella, también.

Ojalá que lo que haga esta chica en el futuro se parezca a lo que ha hecho ahora. Porque ha hecho lo que debía hacer.

Tania, muchas gracias.

1 comentario:

  1. Nada se ha inventado el hombre del siglo XXI. Lo de la paja en ojo ajeno es más viejo que la tos. Me ha encantado, gracias!

    ResponderEliminar